De los indios Manhattans a las carteras Gucci :
Cuando se piensa en Nueva York, lo primero que viene a la mente son tres imágenes: la Estatua de la Libertad, el Empire State y la Quinta Avenida.
Pocos han llegado a la estatua. Algunos más han subido al Empire State. Pero nadie se pierde la Quinta Avenida..
Es que uno no siente que llegó a Nueva York hasta que pisa esta suntuosa calle, siempre barrida por un viento marino que nos recuerda que el Atlántico está ahí nomás.
Para ubicarnos: Manhattan es una isla en forma de lengua que lo saborea todo.
Su posición de fortaleza granítica rodeada por las aguas del East River al este (límite con Brooklyn) y el Hudson River al Oeste (frente a New Jersey) , la hicieron un refugio preciado por los indios Manhattans . Ellos se afincaron hacia el norte de lo que hoy es la calle 59, lugar que llamaban Muscuta ,( “ Zona plana “) por ser un sitio bueno ideal para la agricultura.
Los primeros colonos holandeses encontraron el sur deshabitado, y allí se afincaron. Pero llegaron tantos que la tierra no alcanzaba.
En el año 1626 le compraron la isla a los indios por el equivalente de 24 dólares en cuentas de colores. Mal negocio. La isla entera vale ahora unos 8 trillones de dólares.
Pero en algo no se equivocaron los indios Manhattans : Muscuta, su zona preferida , sigue siendo la preferida de todos. Incluso de Armani, Gucci y Saks Fifth Avenue.
Con la llegada de los ingleses en 1664, la región se pobló cada vez más de inmigrantes.
La Quinta avenida nació en 1811, en un astuto intento de expandir la ciudad hacia el norte. Y desde entonces es la columna vertebral de esta tierra cortada en lonjas con precisión sajona.
La Quinta recorre la isla de norte a sur y es el número cero de todas las calles , separandolas en Este y Oeste de la Quinta Avenida .
Fue pionera por donde la miren. Mucho antes que el Barón Haussmann diseñara Paris, la Quinta Avenida estaba ampliada y modernizada. Fue una de las primeras ciudades del mundo que tuvo luz de gas, cañerías de agua caliente, calefacción central , y hasta semáforos de elegancia singular con estatuas del dios Mercurio en bronce en el tope.
Hacia 1900 llegaron barcos cargados de europeos que se establecieron en la zona sur de la ciudad. Como estaba abarrotada de inmigrantes polacos, italianos y chinos, los ricos se mudaron hacia el norte, para estar frente al flamante Central Park. Solo quedan pocas mansiones de época aun en pie. Una de ellas es la Morton Plant , ahora sede de Cartier , en la esquina de la calle 54. De este modo, la arteria fue el escenario principal de los cambios de esta ciudad.
Camino de Millonarios
La Quinta Avenida es la calle más cara del planeta. Como dicen muchos, “es la mejor dirección que alguien puede tener”.
Pero algo extraño pasa en esta ciudad.
Siendo Nueva York la ciudad más sofisticada y refinada del mundo, no nos reulta lejana e inaccesible . En ella nos sentimos como en casa No es Zurich donde si uno anda en zapatillas lo miran raro. Ni St Moritz, donde si no usás Vuarnet y Vuitton te miran con asco. Ni París, donde hay que tocar el timbre para entrar a algunos negocios.
Los negocios y edificios de Nueva York son accesibles. La gente es cordial, y sus restaurantes y hoteles tienen dimensiones cálidas y humanas, aunque estemos en la capital del mundo moderno.
¿ A qué se debe esta doble sensación de admiración y familiaridad que provoca esta ciudad? Tal vez se deba a que en la entrada de Emporio Armani hay un vendedor ambulante de castañas asadas y frente a Bergdorf Goodman haya un puesto de venta de pretzels. Escenas así se suceden con toda naturalidad, porque esta es una ciudad acostumbrada a todo. Aquí no hay caretas: se viene a sentirse cómodo y respirar libertad. Tal vez sintamos a Nueva York como nuestra casa por haberla visto en tantas películas que ya nos parece nuestra. Tal vez se debe a que se trata de una calle que es propiedad de la gente, como se demuestra en los días en que la Quinta Avenida se convierte en una marea humana con los desfiles de Macy´s, San Patrick´s Day y el Día del Orgullo Gay, por nombrar a algunos de los eventos masivos que la llenan de color .
Esta singular avenida nace a pasos de la New York University, cuna de múltiples talentos mundialmente famosos. Parte de la Washington Square Park, lugar de reunion de estudiantes que ignoran que su suelo esconde un cementerio con 25000 antiguos colonos apretados bajo tierra. Luego sube por el Greenwich Village- reducto de clubes de jazz y bares bohemios - , pasa por el Midtown, el Upper East Side , y finalmente acaba en Harlem, unas 140 calles arriba.
Su mojón mayor es el edificio Empire State , en la calle 34 , un coloso de 86 pisos en estilo Art Deco construido en 1931 que luego de la caída de las Torres Gemelas volvió a ser el más alto de la ciudad. Y el más célebre, ya que apareció en 90 películas .
Al contrario de lo que hubieran querido los más prestigiosos urbanistas- que soñaban con que los rascacielos siguieran construyéndose hacia el norte - , todos los empresarios hasta hoy siguen interesados en los sectores centro y sur de la Quinta.
Pese a que el ataque a las Torres Gemelas del 2001 llevó a muchos comercios exclusivos a la quiebra – como el restaurante Lutece y el Russian Tea Room –, un nuevo flujo de inversores europeos ha convertido a la Quinta desde la calle 55 en el sitio más distinguido del planeta. Los precios de los alquileres se han triplicado en los últimos años, llegando a 19.000 dólares el metro cuadrado de Saks para arriba . Por este motivo, muchas marcas se están mudando al sur, donde los alquileres son de 2000 dólares el metro cuadrado. Anticuarios de piezas falsas, cafeterías y negocios de artefactos electrónicos le están cediendo el paso a boutiques como Lacoste, Sephora, Fossil Watches, Ann Taylor, American Girl Place, siendo Benetton el primero que se animó a buscar precio. Claro que más al sur o más al norte, nadie quiere salir de la Quinta Avenida, el mayor escaparate del mundo.
Es por esto que la Quinta está cada vez más exclusiva y elegante que nunca en toda su historia..
De la 49 a la 60: el tramo top
De la calle 49 a la 61 se extiende lo mejor del Midtown. En la calle 50 está el Rockefeller Center. un edificio de los años ´30 que contiene los estudios de televisión de la NBC , el teatro Radio City , galerías de arte , las estatuas de Atlas y Prometeo, boutiques, una enorme pista de patinaje sobre el hielo – donde se enciende el magnífico árbol de Navidad - y donde se obtiene la mejor vista de Nueva York desde el mirador del piso 70.
Hacia la calle 51 encontramos la Olympic Tower dándole sombra a la Catedral de San Patricio, majestuosa, gótica, tan llena de gente como un shopping. Aquí también está el espectacular edificio Trump Tower que con su mármol rosado, espejos ahumados y bronces bruñidos, lo catapultó a Donald Trump a la leyenda de magnate. Sus excéntricas vidrieras muestras pirámides de latas caviar sevruga Malossol, el mejor del mundo, para recordarnos donde estamos.
Al oeste de la 53 encontramos el Museo de Arte Moderno, con una curiosidad: su shop vende joyas de diseño argentino. Luego nos topamos con la gigantesca Saks Fifth Avenue. En la intersección de la 57 con la Quinta, está el fastuoso Plaza Hotel .Vale la pena espiar el Oyster´s Bar, donde el menú es ostras todo el año.
Este sí es el ombligo del mundo, la zona más buscada por las grandes marcas europeas: primero llegó Gucci en 1970, luego Fortunoff, Bulgari y todos los dueños de la moda.
En la esquina se encuentra Warner Brothers Megastore, un sitio de fantasía con todos los personajes de los dibujitos de la Warner: Silvestre, Tweety y Porky en versiones de peluche, ambientado como un dibujito animado. En su terraza con una vista privilegiada se puede probar el carrot cake que nunca adivinarías que está hecha de zanahorias, si no fuera porque se llama Tentación de Bugs Bunny .
Otra delicia para los chicos: en la esquina de la Quinta y la 58 encontramos la exclusiva megajuguetería F.A.O. Schwarz , con impresionante despliegue de juguetes originales. Creada en 1870 por el inmigrante alemán Frederick August Otto Schwarz, con el nombre de Toys Bazaar., la tienda exporta juguetes a todo el mundo: peluche de tamaño natural de 5000 dólares, o casas de muñecas de 50.000 dólares.
Rematando en la esquina con el Central Park vemos un ícono de esta ciudad : el hotel Pierre, que fuera regenteado por el joven corso Charles Pierre Casalesco, traído de Montecarlo a New York por el hotelero Louis Sherry, fundador del exclusivo Sherry Netherland Hotel. Debido a que Sherry prohibía a las damas fumar en los salones de su hotel, Pierre renunció y abrió su propio restaurante en la calle 44 y Quinta. Allí se hizo amigos millonarios que fundaron el hotel Pierre y lo nombraron manager del mismo. El Pierre fue adquirido luego por J. Paul Getty. En 1998 fue vendido a 20 millones de dólares. Su elegante silueta es inconfundible.
Su hotel hermano, el Sherry Netherland Hotel, en la 59, es de los primeros edificios de acero de Nueva York. Decir “Estoy en el Sherry” sigue siendo- desde 1927- sinónimo del máximo nivel de distinción. Y esto se percibe su suprema elegancia, destacada por su entrada de mármol travertino y sus lámparas gigantes de cristal biselado. En su entrada sur se encuentra el restaurante Harry Cipriani , replica del Harry´s Bar de Venecia. Los precios no son baratos, pero lo que se obtiene a cambio es memorable. De hecho, tiene clientes de elite como Woody Allen, poseedores de su propia mesa, ya que almuerza aquí.
A partir de aquí , la Quinta tiene una vereda edificada y una vereda verde: durante 51 cuadras acompañará todo el borde este del Central Park.
Cuando se piensa en Nueva York, lo primero que viene a la mente son tres imágenes: la Estatua de la Libertad, el Empire State y la Quinta Avenida.
Pocos han llegado a la estatua. Algunos más han subido al Empire State. Pero nadie se pierde la Quinta Avenida..
Es que uno no siente que llegó a Nueva York hasta que pisa esta suntuosa calle, siempre barrida por un viento marino que nos recuerda que el Atlántico está ahí nomás.
Para ubicarnos: Manhattan es una isla en forma de lengua que lo saborea todo.
Su posición de fortaleza granítica rodeada por las aguas del East River al este (límite con Brooklyn) y el Hudson River al Oeste (frente a New Jersey) , la hicieron un refugio preciado por los indios Manhattans . Ellos se afincaron hacia el norte de lo que hoy es la calle 59, lugar que llamaban Muscuta ,( “ Zona plana “) por ser un sitio bueno ideal para la agricultura.
Los primeros colonos holandeses encontraron el sur deshabitado, y allí se afincaron. Pero llegaron tantos que la tierra no alcanzaba.
En el año 1626 le compraron la isla a los indios por el equivalente de 24 dólares en cuentas de colores. Mal negocio. La isla entera vale ahora unos 8 trillones de dólares.
Pero en algo no se equivocaron los indios Manhattans : Muscuta, su zona preferida , sigue siendo la preferida de todos. Incluso de Armani, Gucci y Saks Fifth Avenue.
Con la llegada de los ingleses en 1664, la región se pobló cada vez más de inmigrantes.
La Quinta avenida nació en 1811, en un astuto intento de expandir la ciudad hacia el norte. Y desde entonces es la columna vertebral de esta tierra cortada en lonjas con precisión sajona.
La Quinta recorre la isla de norte a sur y es el número cero de todas las calles , separandolas en Este y Oeste de la Quinta Avenida .
Fue pionera por donde la miren. Mucho antes que el Barón Haussmann diseñara Paris, la Quinta Avenida estaba ampliada y modernizada. Fue una de las primeras ciudades del mundo que tuvo luz de gas, cañerías de agua caliente, calefacción central , y hasta semáforos de elegancia singular con estatuas del dios Mercurio en bronce en el tope.
Hacia 1900 llegaron barcos cargados de europeos que se establecieron en la zona sur de la ciudad. Como estaba abarrotada de inmigrantes polacos, italianos y chinos, los ricos se mudaron hacia el norte, para estar frente al flamante Central Park. Solo quedan pocas mansiones de época aun en pie. Una de ellas es la Morton Plant , ahora sede de Cartier , en la esquina de la calle 54. De este modo, la arteria fue el escenario principal de los cambios de esta ciudad.
Camino de Millonarios
La Quinta Avenida es la calle más cara del planeta. Como dicen muchos, “es la mejor dirección que alguien puede tener”.
Pero algo extraño pasa en esta ciudad.
Siendo Nueva York la ciudad más sofisticada y refinada del mundo, no nos reulta lejana e inaccesible . En ella nos sentimos como en casa No es Zurich donde si uno anda en zapatillas lo miran raro. Ni St Moritz, donde si no usás Vuarnet y Vuitton te miran con asco. Ni París, donde hay que tocar el timbre para entrar a algunos negocios.
Los negocios y edificios de Nueva York son accesibles. La gente es cordial, y sus restaurantes y hoteles tienen dimensiones cálidas y humanas, aunque estemos en la capital del mundo moderno.
¿ A qué se debe esta doble sensación de admiración y familiaridad que provoca esta ciudad? Tal vez se deba a que en la entrada de Emporio Armani hay un vendedor ambulante de castañas asadas y frente a Bergdorf Goodman haya un puesto de venta de pretzels. Escenas así se suceden con toda naturalidad, porque esta es una ciudad acostumbrada a todo. Aquí no hay caretas: se viene a sentirse cómodo y respirar libertad. Tal vez sintamos a Nueva York como nuestra casa por haberla visto en tantas películas que ya nos parece nuestra. Tal vez se debe a que se trata de una calle que es propiedad de la gente, como se demuestra en los días en que la Quinta Avenida se convierte en una marea humana con los desfiles de Macy´s, San Patrick´s Day y el Día del Orgullo Gay, por nombrar a algunos de los eventos masivos que la llenan de color .
Esta singular avenida nace a pasos de la New York University, cuna de múltiples talentos mundialmente famosos. Parte de la Washington Square Park, lugar de reunion de estudiantes que ignoran que su suelo esconde un cementerio con 25000 antiguos colonos apretados bajo tierra. Luego sube por el Greenwich Village- reducto de clubes de jazz y bares bohemios - , pasa por el Midtown, el Upper East Side , y finalmente acaba en Harlem, unas 140 calles arriba.
Su mojón mayor es el edificio Empire State , en la calle 34 , un coloso de 86 pisos en estilo Art Deco construido en 1931 que luego de la caída de las Torres Gemelas volvió a ser el más alto de la ciudad. Y el más célebre, ya que apareció en 90 películas .
Al contrario de lo que hubieran querido los más prestigiosos urbanistas- que soñaban con que los rascacielos siguieran construyéndose hacia el norte - , todos los empresarios hasta hoy siguen interesados en los sectores centro y sur de la Quinta.
Pese a que el ataque a las Torres Gemelas del 2001 llevó a muchos comercios exclusivos a la quiebra – como el restaurante Lutece y el Russian Tea Room –, un nuevo flujo de inversores europeos ha convertido a la Quinta desde la calle 55 en el sitio más distinguido del planeta. Los precios de los alquileres se han triplicado en los últimos años, llegando a 19.000 dólares el metro cuadrado de Saks para arriba . Por este motivo, muchas marcas se están mudando al sur, donde los alquileres son de 2000 dólares el metro cuadrado. Anticuarios de piezas falsas, cafeterías y negocios de artefactos electrónicos le están cediendo el paso a boutiques como Lacoste, Sephora, Fossil Watches, Ann Taylor, American Girl Place, siendo Benetton el primero que se animó a buscar precio. Claro que más al sur o más al norte, nadie quiere salir de la Quinta Avenida, el mayor escaparate del mundo.
Es por esto que la Quinta está cada vez más exclusiva y elegante que nunca en toda su historia..
De la 49 a la 60: el tramo top
De la calle 49 a la 61 se extiende lo mejor del Midtown. En la calle 50 está el Rockefeller Center. un edificio de los años ´30 que contiene los estudios de televisión de la NBC , el teatro Radio City , galerías de arte , las estatuas de Atlas y Prometeo, boutiques, una enorme pista de patinaje sobre el hielo – donde se enciende el magnífico árbol de Navidad - y donde se obtiene la mejor vista de Nueva York desde el mirador del piso 70.
Hacia la calle 51 encontramos la Olympic Tower dándole sombra a la Catedral de San Patricio, majestuosa, gótica, tan llena de gente como un shopping. Aquí también está el espectacular edificio Trump Tower que con su mármol rosado, espejos ahumados y bronces bruñidos, lo catapultó a Donald Trump a la leyenda de magnate. Sus excéntricas vidrieras muestras pirámides de latas caviar sevruga Malossol, el mejor del mundo, para recordarnos donde estamos.
Al oeste de la 53 encontramos el Museo de Arte Moderno, con una curiosidad: su shop vende joyas de diseño argentino. Luego nos topamos con la gigantesca Saks Fifth Avenue. En la intersección de la 57 con la Quinta, está el fastuoso Plaza Hotel .Vale la pena espiar el Oyster´s Bar, donde el menú es ostras todo el año.
Este sí es el ombligo del mundo, la zona más buscada por las grandes marcas europeas: primero llegó Gucci en 1970, luego Fortunoff, Bulgari y todos los dueños de la moda.
En la esquina se encuentra Warner Brothers Megastore, un sitio de fantasía con todos los personajes de los dibujitos de la Warner: Silvestre, Tweety y Porky en versiones de peluche, ambientado como un dibujito animado. En su terraza con una vista privilegiada se puede probar el carrot cake que nunca adivinarías que está hecha de zanahorias, si no fuera porque se llama Tentación de Bugs Bunny .
Otra delicia para los chicos: en la esquina de la Quinta y la 58 encontramos la exclusiva megajuguetería F.A.O. Schwarz , con impresionante despliegue de juguetes originales. Creada en 1870 por el inmigrante alemán Frederick August Otto Schwarz, con el nombre de Toys Bazaar., la tienda exporta juguetes a todo el mundo: peluche de tamaño natural de 5000 dólares, o casas de muñecas de 50.000 dólares.
Rematando en la esquina con el Central Park vemos un ícono de esta ciudad : el hotel Pierre, que fuera regenteado por el joven corso Charles Pierre Casalesco, traído de Montecarlo a New York por el hotelero Louis Sherry, fundador del exclusivo Sherry Netherland Hotel. Debido a que Sherry prohibía a las damas fumar en los salones de su hotel, Pierre renunció y abrió su propio restaurante en la calle 44 y Quinta. Allí se hizo amigos millonarios que fundaron el hotel Pierre y lo nombraron manager del mismo. El Pierre fue adquirido luego por J. Paul Getty. En 1998 fue vendido a 20 millones de dólares. Su elegante silueta es inconfundible.
Su hotel hermano, el Sherry Netherland Hotel, en la 59, es de los primeros edificios de acero de Nueva York. Decir “Estoy en el Sherry” sigue siendo- desde 1927- sinónimo del máximo nivel de distinción. Y esto se percibe su suprema elegancia, destacada por su entrada de mármol travertino y sus lámparas gigantes de cristal biselado. En su entrada sur se encuentra el restaurante Harry Cipriani , replica del Harry´s Bar de Venecia. Los precios no son baratos, pero lo que se obtiene a cambio es memorable. De hecho, tiene clientes de elite como Woody Allen, poseedores de su propia mesa, ya que almuerza aquí.
A partir de aquí , la Quinta tiene una vereda edificada y una vereda verde: durante 51 cuadras acompañará todo el borde este del Central Park.
Del Central Park a Harlem
La zona del parque era un pantanal lleno de malvivientes hasta 1857, cuando dos paisajistas ganadores de un concurso municipal (el premio fue de 2000 dólares) emplearon a 3000 irlandeses y 400 caballos de tiro para rellenar ciénagas, limpiar basura y plantar árboles. Sus indigentes habitantes les arrojaban piedras, pero el cenagal se parquizó.
Hoy en día el Central Park, es el pulmón de la ciudad. Tiene 93 kilómetros de senderos ininterrumpidos que surcan sus 340 hectáreas desde la calle 59 a la 110, y de la Quinta a la Octava Avenida. Sus bosques y jardines hacen imposible imaginar que a metros nomás está el bullicio de la ciudad. Un grupo de jóvenes practica Tai Chi Chuan. Un pintor retrata el Museo Metropolitano al óleo .Una joven china toca el violín bajo un roble. Y unos jóvenes bailan con su stereo al hombro mientras nerviosas ardillas buscan bellotas. Y ellos son solo algunos de los 15 millones de visitantes por año que tiene el parque.
La Quinta Avenida termina en el Harlem – tradicional y hoy remozado barrio negro – donde Bill Clinton tiene su oficina personal. Es el lugar ideal para asistir a misas de gospel o a clubes de jazz del mejor, de donde salió el mote the Big Apple para la ciudad.
Antes de acabar, entre las calles 61 y 100 la Quinta Avenida se conoce como el Millionare ´s Row (Hilera de Millonarios), porque conserva algunas mansiones de los Carnegie, los Vanderbilt y los Rockefeller , gente que parecía conocer la canción de Frank Sinatra “ If I can make it there, I´ll make it anywhere”( “ Si puedo lograrlo allí, lo lograré en cualquier parte”) . ¿Como amasaron tales fortunas? Uniendo fondos de amigos millonarios, creando monopolios (trenes, barcos, bancos y petróleo) y añadiendo un toque de corrupción aquí y otro toque de insensibilidad social allá.
Quedan pocas de estas joyas arquitectónicas. En su lugar se edificaron los más baratos rascacielos de acero y cristal. Un dato para toda la ciudad: muchos de los edificios neoyorquinos de los años ´30 que parecen de piedra son en realidad de hierro o acero. Basta caminar la ciudad por la calle con un imán en la mano: uno lo puede adherir a cualquier columna corintia. .Losa pisos de estos edificios fastuosos con esplendidas vistas Central Park están valuados en 10 o 15 millones de dólares. Todo el mundo quiere vivir aquí.
En el número 927 de la Quinta Avenida – casi esquina 74- está el edificio donde viven la actriz Mary Tyler Moore y la presentadora de CNN Paula Zhan . En el edificio de al lado vive Woody Allen . Pero los vecinos más célebres no almuerzan en Cipriani, ni viven adentro del edificio, sino que se albergan en el hueco de un ornamento de la fachada exterior del piso 12.
Se trata de Lola y Pale Male, una pareja de halcones que eligieron este sitio exclusivo para hacer su nido. Son las aves más fotografiadas de la ciudad y – como buenos divos - ya tienen su propio sitio web (http://www.palemale.com/). La pareja tuvo hasta hoy 26 pichones, 23 de los cuales viven en Central Park. Por ser tan territoriales, cada uno posee un kilómetro y medio de zona propia. En estado natural un halcón tiene 9 kilómetros para cada uno. Pero ellos saben que aquí deben ser discretos: están en la Quinta Avenida, la calle más exclusiva y más cara del mundo.
No se pueden quejar : al menos consiguieron la mejor vista.
1 comentario:
Estuve en el 2000 y comparto totalmente contigo dicha experiencia. La diferencia esta en que tu tienes un ejercicio (como escritora),de ver las cosas con otra óptica. Me volviste a revivir dicha experienci,gracias. chau Aldo
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