lunes, 23 de febrero de 2009

Parapente en Córdoba : Volando con los pájaros

Por Ana von Rebeur

Un paisaje desde el aire:
El parapente es la manera más segura y plácida de volar que podemos experimentar. Se trata de un paracaídas direccionable que siempre tiende a descender con suavidad, dándote todo el tiempo del mundo de bajar adonde quieras y como quieras. Los secretos mayores de volar en parapente se refieren más a cómo mantenerse en alto, mucho tiempo arriba, que es la parte más linda del asunto. Si sabés hacerlo, el vuelo es más corto.
Muy cerca de la ruta 38 que une a Carlos Paz con La Falda y La Cumbre, apenas pasando Villa Giardino y poco antes de llegar a La Cumbre, hay una entrada a mano izquierda que te lleva a la Escuela de Parapente. Si seguís por el camino de tierra, abriendo un par de tranqueras se llega a un risco de piedra maciza: el mirador de Cuchi Corral, a 400 metros sobre el valle donde el Río Pintos zigzaguea entre bosques y cipreses. Más allá, un enorme valle se extiende pintando la tierra con distintos tonos de verde. Otro espectáculo aparte es ver que en un día claro, soleado y con algo de viento, los deportistas hacen cola extiendo sus grandes velas en el suelo. En el momento en que el viento sopla de frente, hacen una breve carrera hasta que se infle la vela, y. allá van, flotando en el aire como lo hacen los aguiluchos que planean sobre este paisaje de ensueño.
En el mismo lugar te podés lanzar junto con un instructor. El equipo consta de un casco, asiento comodísimo y vela de nylon sostenido por cientos de hilos. Una vez llena de aire, la vela nos suspende en el vacío durante horas.
El resto es simple: los pájaros que planean te indican dónde están las corrientes térmicas que te llevan hacia arriba. Las zonas de tierra sin vegetación también son productoras de aire caliente que sube y te levanta como si fueras una pluma. Ese tirón del aire hacia arriba es tan tangible como una columna de mármol: delimitado y claro, y te hace pegar un respingo de sorpresa al sentirlo. Apenas salís de esa columna, sentís que te vas cayendo. Por eso mismo terminás girando en círculos, como los pájaros que te rodena, subiendo sobre la misma térmica que puede tener unos diez o veinte metros de ancho. Si tirás de los comandos de la derecha, la vela gira hacia la derecha. Con los de la izquierda, se gira hacia la izquierda.
La vela puede cargar hasta 260 kilos, así que puede cargar con instructor e instruido en todos los vuelos de bautismo.
Vuelan en parapente desde chicos de tres años hasta discapacitados en sillas de ruedas.

Sensación de libertad total:

La sensación es de libertad absoluta: en el suelo no hay senderos, ni rutas, y las posibilidades son infinitas. Sólo te acompaña el sonido del viento entre las cuerdas, los cantos de los pájaros, y el murmullo del río a tus pies.
Los expertos usan altímetros, manómetros y medidores de viento para saber a cuánto están ascendiendo y a qué altura están de la tierra. El equipo incluye un paracaídas de seguridad en el asiento, por si algo fallara. Además, llevan walkie talkies para comunicarse con sus colegas en tierra, por cualquier cosa. El único cuidado que hay que tener es el de no volar en tormenta, o cuando hay ráfagas bruscas. Lo único que hay que recordar es correr al despegar y correr al aterrizar. Apenas tocas el suelo, la vela se desinfla. A orillas del hermoso río Pintos te esperan los otros parapentistas, y esperan a que bajan los además, los ayudan a doblar las velas, y al rato una camioneta sube a todos por una camino imposible de piedras, que trepa con esfuerzo. El regreso se cobra unos $5.
En una semana de instrucción ya podés animarte por tu cuenta y empezar a probar acrobacias como girar en espiral con el asiento, bajar en forma de tirabuzón, subir en picada aprovechando un viento. Los mejores parapentistas son los que forman un solo animal con su vela. La vela es parte de su cuerpo.
El curso completo cuesta unos $600. Los vuelos de bautismo pueden costar unos $50 el vuelo. Según las condiciones climáticas, cada vuelo dura unos diez o treinta minutos.
Si uno se fanatiza, podrá conseguir el equipo completo a unos $1200 (equipo usado) o $3000 ( equipo nuevo de primera marca).
Es la paz y la libertad que, combinadas, producen una sensación adictiva que nos lleva a querer repetir esta experiencia una y otra vez.

Cómo llegar:
Al Valle de Punilla se llega por la ruta 20 que va de la capital de Córdoba a Villa Carlos Paz o por La Calera bordeando el río Suquía, y luego a lo largo de la ruta 38 que va como un corredor sorprendente de bellezas hasta La Cumbre.
La Cumbre está a 96 Km. de la ciudad de Córdoba y a 1142 m.s.n.m., a sólo 2 Km. de la RN 38. Es una hermosa villa serrana eminentemente residencial, destacándose en ella su inmejorable clima.
Cuando ir:
Invierno y verano son dos buenas épocas. Pero en verano todo es más bello y verde.
Lo imperdible:
También podés practicar parapente en el cerro Las Gemelas, muy cerca de Capilla del Monte. Si probaste un paisaje, no te quedes sin el otro.
Podés descansar del vuelo en el balneario Municipal de Capilla del Monte, junto a piletas naturales alimentadas por el río Calabalumba, con el cerro Uritorco recortándose al fondo. Un lugar precioso con bungalows donde te podés alojar.


Koh Samui : Donde la vida es más simple

KOH SAMUI : DONDE LA VIDA ES MÁS SIMPLE

por Ana von Rebeur

Nota : Este relato corresponde a mi vision de la isla cuando estuve allí en 1987. Veinte años más tarde me dicen que las cabañas volaron y está lleno de resorts, más comercial, contaminado y caro. Vivir por dos dólares por día en la isla es ahora un imposible. De todos modos, sus bellezas naturales se mantienen intactas aun despues del Tsunami.

KOH SAMUI, TAILANDIA - Delgadas espaldas morenas se doblan bajo anchos sombreros de paja , mientras los pantalones arremangados hasta la rodilla dejan ver a las piernas hundidas en el agua , rozando las hojas de los arrozales que crecen lentamente en los pantanos tailandeses .
Tan lentamente como lo hicieron sus antepasados, los campesinos de Hat Yai - límite entre Malasia y Tailandia-, guían a los corpulentos s búfalos de cuernos retorcidos arrastrando los arados por el agua amarronada.Sobre ella se reflejan las puntas repetidas de montañas boscosas , que se ven azules a través del vapor que el sol rajante de estos trópicos levanta de los campos anegados .

Los pocos campesinos que no están trabajando encorvados sobre las plantaciones de arroz, descansan a la sombra de apretados grupos de palmeras .
El minibus partió desde Penang - en Malasia - antes del amanecer . Dos australianos dicen que no se tardará menos de 12 horas antes de llegar a la isla tailandesa de Koh Samui , que es nuestro destino .
Koh Samui es una islita al sureste de Tailandia , tan pequeña que no aparece en los mapas .
Las islas más populares de Tailandia son la de Phuket y la isla Phi Phi , en la costa oeste de la península . Pero de Koh Samui -y sus hermanas , Koh Phangan y Koh Tao- , sólo tienen noticias quienes preguntan mucho por un lugar agreste , bello y barato .
A Koh Samui también se puede llegar en avión , desde que abrieron el aeropuerto en la isla .
Después del mediodía , el bus llega a Surathani , donde llueve a baldazos . Un wat ( templo ) de cúpula blanca se eleva hacia el cielo sobre una colina junto al puerto, y gruesos chorros de lluvia limpian las tejas rojas de los agudos techos a dos aguas que rodean la cúpula, con sus vértices terminados en cuernos dorados que miran las nubes negras .
Un ómnibus de línea recorre en una hora un camino poco transitado que cruza sinuoso palmares y montañas de frondosa vegetación , hasta arribar al puerto . El barco que va a la isla está repleto de gente humilde y delgada , de ojos orientales y piel morena , todos descalzos o con sandalias y cargados de cestas enormes . Apenas suben al barco, todos se sientan en el suelo . Los más ancianos encienden parsimoniosamente sus pequeñas pipas de madera clara . No queda más remedio que sentarse afuera, en la cubierta, o en el techo de la nave . Las aguas son de un color verde turquesa que se va haciendo más claro y transparente a medida que avanza el barco . Cuando el mar ya es de un intenso color aguamarina, el enorme lomo rosado de un pez de más de un metro y medio de largo salta sobre las olas y nos acompaña por el resto del viaje , maravillándonos con ese contraste entre el rosado claro de su piel de bebé , sin escamas , y el turquesa de las aguas . ¿ Se trata de un delfín, o una marsopa ? No hay manera de saberlo . Los pasajeros nos miran y sonríen , divertidos ante nuestro asombro.
El barco arriba a la isla justo para ver el crepúsculo , tan naranja como la fibrosa pulpa del durian . El largo viaje en bus sólo costó quince dólares , con barco incluído . Por 10 Baht - treinta centavos - una camioneta que nos esperaba se interna en una selva de cocoteros tan densa que parece una interminable pared ..La camioneta corre como si fuera el único aparato con ruedas en toda la isla . Detrás de una huella de arena bordeada de cocoteros, se adivinan algunos techos de paja y palma seca , recortados contra el turquesa del mar , ahora teñido de naranja por el ocaso .
"Tahwee"se lee en letras esculpidas en un grueso bloque de madera , sobre la playa de Chaweng, donde hay una hilera de bungalows muy simples , hechos con cuatro paredes de mimbre y caña , una estera de soga sobre el suelo , y una puertita de madera con candando . La "recepción"no es mucho más grande que los bungalows, pero cuenta con cocina, mesas, sillas y un televisor .Varios extranjeros - rubios y rubias - están mirando aún en traje de baño la película "Alien"bajo la luz de un tubo fluorescente rodeado de polillas que bailan al ritmo de su zumbido .
No hay camas ni colchones . Sólo hamacas amarradas a las palmeras a lo largo de la playa . El baño es otro bungalow, con ducha, una canilla y una letrina , común para todos . Y no hace falta más . El bungalow cuesta dos dólares y medio por noche.
Es tan relajado y placentero hundir los pies en la arena tibia , escuchando sólo el murmullo del mar y algunos grillos que cantan en distintos tonos , que no dan ganas de irse a dormir . Pero nos dicen que no hay nada mejor que ver el amanecer en la playa , así que conviene ir a descansar . Todos duemen aquí con la puerta de madera abierta, para ver las estrellas , que iluminan tanto como una luna llena .
A las cinco en punto de la mañana los primeros rayos del sol pegan con tanta fuerza como el sol de mediodía . Esto recalienta el interior de las chozas , y despierta a todo el mundo . El mar parece sonar más fuerte,como recién despertado , aunque las olas son suaves y pequeñas .Un colectivo destartalado recoge a la gente que va hacia el pueblo . Allí todo es pequeño , a escala humana .De las cabañas de madera cuelgan percheros repletos de ropa . Todo es tan barato que cuesta tentarse : polleras y pantalones de batik ,se mezclan con camisas , remeras y pantalones hechos con bolsas de harina tailandesas, que cuestan un dólar : es la ropa que todos usan en la isla .
Desde el puerto, un barquito lleva a un grupo de viajeros a Coral Cove. No hace falta alquilar el equipo de snorkel para ver infinidad de peces de colores nadando en torno nuestro.Caminando por arenas ardientes se llega hasta la playa de Lamai , donde los pobladores encallan sus barcos pesqueros . La playa está cubierta de mesas de alambre tejido donde miles de calamaretis se secan al sol. Los cocos sacian la sed con su agua ligeramente salada . Complejos de bungalows se suceden uno tras otro tras un par de kilómetros de caminata sobre la playa .
Una mujer atraviesa la playa con una enorme tina repleta de pescado fresco en la cabeza . Los ofrece a los gritos, puerta a puerta . En un colectivo que se hace esperar se trepa hasta la cascada Na Muang . Sólo verla y escuchar el murmullo del agua al caer entre peñascos es un refresco para el alma . Cerca de allí , un pequeño templo budista destella en dorado contra el sol . El aroma a incienso invade el aire cálido. Muy cerca están los templos de Khunaraam y de Laem Saw , pero las piernas dicen basta . Y en Tailandia , siempre queda un templo más por visitar .
La vuelta a Chaweng , permite ver cardúmenes de peces de colores que se acercan a la orilla a curiosear a los humanos que los admiran con los pies en las aguas que se tiñen de rojo con el sol crepuscular . Unos pájaros chillones gritan en la oscuridad y sobre el techo de paja . "Tienen hambre ", nos dice sonriente el conserje de ojos rasgados .Luego de cenar junto al mar y cambiar impresiones , los huéspedes se retiran a arrojarse en sus bungalows , otra vez con la puerta abierta para ver la Vía Láctea brillar en el cielo, en la que flota esta isla y sus palmeras , acariciadas por una brisa que no conoce la tierra firme.




RECUADRO :

DE KOH SAMUI A BANGKOK:

Quien prefiera viajar en barco y no en avión , tendrá que tomar el colectivo que parte a las diez de la mañana hacie el puerto . El puerto cuenta con un mercado artesanal donde se venden más ropas de playa , collares de caracoles, postales y hasta aceite de nuez moscada, que cura las picaduras de los hambrientos mosquitos de la isla .
El viaje de tres horas hasta Surathani cuesta dos dólares y medio, y entumece las piernas . Decido subir al techo , cubierto de cuerpos de gente durmiendo. Desde Surathani , otro ómnibus cargado de fardos lleva a los pasajeros a la estación del tren que parte en dirección norte , a Bangkok .
No es fácil conseguir pasajes de primera clase , ni de segunda. Y en la tercera , el viaje de toda la noche entre fardos y bolsos enormes que ocupan el pasillo , se haría demasiado incómodo . El siguiente tren , que sale a las 18 ,30 horas, también repleto , pero al menos se puede viajar en segunda clase , donde al menos no viajan gallinas .
En el coche bar no hay mucho más que tomar que un café flojo . Cuando se termina el café todos parten a enroscarse en los asientos de cuerina gastada , asomando los brazos y cabezas por las ventanas abiertas de par en par , para que el aire nocturno alivie el calor sofocante . Pero es en vano .El tren parece un horno con ruedas . No queda más remedio que esperar que el baño se desocupe, empapar las ropas bajo la canilla del pequeño lavatorio y ponérselas mojadas . Sólo así se puede dormir durante toda la noche, hasta llegar a Bangkok , ciudad fascinante pero caótica .
En honor a la verdad , se estaba mucho mejor en Koh Samui , donde el mar es turquesa , la comida es barata , la vida es simple y todo lo que hay que hacer es nadar un poco , reírse mucho y quedarse dormido mirando las estrellas , arrullado por el mar .

RECUADRO :
¿QUIÉNES VIAJAN A KOH SAMUI ?

Las playas de las islas tailandesas están pobladas de turistas rubios , en su mayoría australianos, norteamericanos y europeos del norte , que ahorraron su sueldo de empleados bancarios, preofesores , kinesiólogos y odondotólogos durante seis meses para pasar en Koh Samui un año sabático a orillas del mar . Para estirar sus fondos , muchos de ellos compran una lancha, una tabla de windsurf, un equipo de pesca , de buceo o snorkel ,y de dedican a alquilarlos a otros turistas.
Jim , de 34 años , es un norteamericano que fue enfermero en la cárcel de Saint Quentin ( San Quintín ), y que en su hogar en Vermont , fabrica con sus padres "Christmas Wreaths"o coronas navideñas, de las que se cuelgan en las puertas de las casas . Con sus ahorros, vino a Koh Samui por un mes, desde donde planea seguir viaje hacia la India . "Esta isla era otra cosa antes de que abrieran el aeropuerto ", cuenta él, que es reincidente . "Los aviones trajeron el turismo sexual : chicas que se prostituyen por un par de dólares ".Y me señala a un sesentón gordo y colorado por el sol , de aspecto nórdico, que camina por la playa de la mano de una tailandesita que no debe haber cumplido los quince años . "Cada vez hay que ir a islas más alejadas para no tener que ver esto", dice Jim, refiriéndose a esa poco romántica escena de sexo comprado que puebla las calles de Bangkok o de Penang, capital de Malasia .
Nicole es canadiense , y profesora de francés : "Ahorro en mi país durante seis meses , y con esa plata me vengo acá a vivir un año sin trabajar . No hay lugar más barato", dice , con la piel bronceada como la de una mulata .
Los australianos cuentan que compraron acá una lancha "al mismo precio que en Australia nos cuesta una licuadora " .
"Acá se vive una vida de perros ", apunta el suizo Johann , señalando un perro lanudo que está echado plácidamente sobre la arena . Y todos estallan en carcajadas . La gente acá sonríe siempre . Tom , de Boston , viene de enseñar inglés en Japón , donde le pagan veinticinco dólares la hora de clase . Entre cerveza y cerveza , llega a la conclusión de que los budistas tailandeses la pasan mejor que los mahometanos malayos . "Aceptan todo como viene .No arreglan nada hasta que no esté destruído ...¿Para qué , mientras sirva ? Tampoco se preocupan por progresar : se conforman con lo que venga . Si uno no se va pronto de acá , termina como ellos ", dice , señalando a un grupo de muchachos tailandeses que se matan de risa por el ruido que hacen unos cohetes que arrojan al mar noctruno , tan negro como tinta china .



LIGEROS DE EQUIPAJE :

Tailandia, Malasia e Indonesia son países donde el clima siempre es tropical, el sol siempre cae aridiente , y donde de pronto el cielo se oscurece como si fuera de noche y parece que fuera a diluviar durante semanas . La gente corre a buscar refugio mientras el cielo se desploma de pronto en una lluvia torrencial de esas que inundan las calles en minutos con gotas pesadas como granizo . Los vendedores ambulantes dejan que el diluvio lave sus mercancías . Los que venden comida en grandes ollas de dudoso contenido, se limitan a taparlas con grandes nylons ,esperando pacientemente que pare una lluvia que parece eterna . Los conductores de tuk-tuk -motocicletas que llevan pasajeros - insisten en ofrecer su transporte, después de poner un nylon sujeto al techo del asiento trasero, como para garantizar que el viajero no se empapará en el trayecto, aunque tal vez se ahogue un poco detrás de la bolsa .
Media hora después, el sol vuelve a brillar y un vaho caliente se levanta por todas partes, nublando la mirada.Otra media hora más , y el sol habrá secado todo como si jamás hubiera llovido .
El calor de estas latitudes es tan sofocante que la ropa siempre se siente pesada . Por eso , el único equipaje para recorrer esta zona debería limitarse a ropas ligerísimas que no necesiten planchado, de colores claros que reflejen la luz del sol y tan sueltas como para permitir la ventilación . Aquí no hay nada tan inútil como un jean o un buzo .
Remeras musculosas , blusas livians , polleras largas , bermudas y pantalones anchos son la ropa ideal , y se sugiere tener un traje de baño siempre a mano , calzado cómodo, como zapatillas o sandalias livianas y comprar en seguida un sombrero de paja que evita la insolación .
La brevedad de las lluvias hacen inútil el llevar un paraguas, aunque un impermeable liviano que se pueda plegar ocupando poco lugar puede ser útil para los fóbicos al agua destilada natural .
Pueden comprar originales camisolas y pantalones hechos con sacos de harina y botones de madera.


RECUADRO :
MENÚ TAILANDÉS :
Los menúes de Koh Samui varían entre sopas de vegetales, verduras salteadas , sopa y pescado frito . En los bungalows de Chaweng el postre suele ser "lassi "de banana ( especie de licuado espeso de banan y yogurt ) o unas galletitas dulces que parecen de avena, pero que nos revelan que son de marihuana . El menú , regado con cerveza "Singha ", no cuesta más de dos dólares .
El arroz y el pescado componen la mayoría de los platos tailandeses . El pescado frito es el único con garantía de haber sido cocido fresco. El resto de pescados y mariscos se secan al sol y se venden deshidratados , ya que en Tailandia las heladeras son lujos raros . Las sopas y guisos de pescados están hechos a base de pescado seco . Los tailandeses condimentan sus platos con frascos de salsa de maní triturado en aceite , que pueblan las mesas de los bares a modo de "chimichurri siamés ".
El coco es la mayor industria de Koh Samui , y familias enteras se dedican a su cosecha.l El más joven del grupo trepa los troncos lisos , aferrado con pies y manos con la agilidad de un simio, para solatr desde la copa a los cocos que aún no han caído .Apuilan los cocos en montañas con las que llenan camiones que luego llenan barcazas que viajan hasta tierra firme.La mayoría de los cocos no se usa para comer , sino para hacer jabones y aceite .
Los hoteles más modestos ofrecen desayunos opíparos a base de omelettes , yogur casero , miel y cereales . Se recomiendan especialmente las frutas exóticas que no se consiguen en otros lugares, como el durián - especie de melón naranja que se deshilacha y come en hebras -, o el rambután , parecido a la granada , rojo por dentro y repleto de pelos verdes por fuera .
En los vagones comedor de los trenes apenas sirven sopas repletas de libélulas , que los tailandeses comen igual , diciendo que así tienen "más proteínas". Al pollo le ponen azúcar y al jugo de naranja le ponen sal , así que conviene avisar - como se pueda - que uno quiere las cosas sin condimentar . Aunque lo mejor es consumir alimentos que vienen envasados en origen , como huevos duros y bananas .
La cerveza nacional es la Singha , buena y barata . Koh Samui es para el relaj, los que quieran fiesta que vayan a la sila de enfrente, Koh Phangan , donde mucho despiertan a mediodía en la playa sin saber qué pasó anoche. RECUADRO :


LA IMPORTANCIA DE HABLAR EN THAI :
Hablando con los tailandeses se descubren cosas curiosas , como que en el ex Reino de Siam , a los gatos siameses los llaman "gatos chinos ", del mismo modo que en Hamburgo no existen las hamburguesas , y que en Milán a las milanesas las llaman "vienesas". .
Aunque los tailandeses - a fuerza de tener que lidiar con turistas - dominan algo de inglés, muchas veces cometen picardías como aprovechar la ignorancia del idioma de ellos para cambiar los precios de las cosas .
El tailandés es una lengua tonal , en la que la entonación de una misma palabra hace que se convierta en otra, Por ejemplo "saán "es "tres", pero "san "significa "diez". Y algo muy parecido a "san " significa "trescientos" . No es cuestión de terminar pagando trescientos Baht por un viaje de 3 Baht , la moneda local .
Una manera de ahuyentar a los pícaros es mostrar cierto conocimiento básico de su idioma . Aquí van las palabras más útiles :
So Wat Ká : Hola
La Gong Ká : Adiós
Kop Kun Ká : Gracias
Bi Chanchú Jorge : Me llamo Jorge .
Ká : Sí
Mai Ká : No
Kó Tord: Por favor
Kó Zóud : Perdón
¿Tí Nai ? : ¿Dónde?
¿Mewa Rai? : ¿ Cuándo?
¿ Peesa Thai Eiacwa Ari? : ¿ Cómo se le dice a esto en Thai ?
Mai Kao Jai : No entiendo
Si no queda más remedio que resignarse a no ser comprendidos, siempre queda decir :
Mai Pen Rai : "Paciencia, no importa.Dejémoslo así ."
Y si ya nos dimos cuenta de que nos toman el pelo , conviene hacerlo saber , diciendo :
Kan Put Lén : "Me estás cargando" o "Estás bromeando".