Via Veneto es una de las más famosas y especiales calles romanas.
Es famosa por ser la arteria de los mejores bares y hoteles de Roma.
Y es especial en su trazado serpenteante como un rio.
Es este camino ondulado la que la convierte en un escondite secreto, un reducto de descanso y - al ser una de las pocas calles arboladas de Roma- un sitio verde y fresco fiel a su origen como jardín de la residencia de la familia Ludovisi.
Siendo una de las calles más lujosas de Roma, no es ruidosa: los transeúntes la recorren casi en silencio para no turbar su calma y distinción.
Via Veneto comienza en los jardines del Pincio junto a Villa Borghese, precisamente en la antigua Porta Pinciana, contruida en el año 403 D.C, entrada dela Via Salaria a la ciudad imperial a través de los antiguos muros de Roma, de los cuales aún quedan vestigios.
En su recorrido se despliegan hoteles de lujo, cafés históricos e iglesias misteriosas. Y este escenario casi teatral acaba en la Fontana del Tritone, que salpica agua de manantial desde hace unos 350 años.
Así como Via Condotti siempre fue sinónimo del buen gusto para hacer las compras, Via Veneto fue siempre el mejor lugar para ver y ser visto, y encontrarse con lo mejor del jet set internacional. En los años 50 y 60,los reporteros de las revistas de actualidad patrullaban sus bares buscando la nota del momento. Cuando el cine italiano estaba en su apogeo, la música italiana hacía cantar al mundo con las voces de Mina, Rita Pavone, Domenico Modugno y Gianni Morandi, las estrellas de cine de Cinecittá como Sofia Loren y Gina Lollobrigida no iban a otros bares que no fueran los de la Veneto.Pier Paolo Pasolini, Alberto Moravia, Italo Calvino, VittorioGassman y De Sica tenían esta calle como punto de reunión, aprovechando la unión de buenos restaurantes y mejores hoteles. También dandies, playboys y starlets en busca de fama frecuentaban sus bares y boutiques, y estacionaban sus Lamborghini, sus Lancia y sus Ferraris en sus sinuosas veredas.
Pero fue el cineasta Federico Fellini quien más fama le dio a la Via Veneto a partir de su film“Dolce Vita”, en el cual esta calle fue protagonista absoluta vista por los ojos del periodista que interpretó Marcello Mastroianni.Este film eternizó la sensual imagen de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi, y metió en el Diccionario Garzanti de la Lengua Italiana el termino “paparazzi” (
“Paparazzo” era el apellido del fotógrafo de la película) como “fotoreportero de la alta sociedad que busca la nota sensacionalista y las fotos escandalosas”.
Rino Barillari - famoso fotógrafo calabrés afincado en Roma – cuenta que no era fácil el oficio de paparazzo. A largo de su carrera tomó dos millones de fotos de famosos que le han roto 76 cámaras, dos costillas y lo llevaron 162 veces a la guardia del hospital. Todo por insistir en tomar fotos de personajes como Marlon Brando,el astronauta Edwin Aldrin o Charles Aznavour. “Roma era una locura en los años 60, y Via Veneto era el centro de todo”, recuerda Barillari.
El escenario de la dolce vita sigue en pie, conservando su glamour de siempre metro a metro. Uno puede comenzar a vivirlo en el Harry´s Bar, apoltronado en sus fantásticos sofás color crema iluminado por arañas de caireles de cristal. Más adelante está el Gran Caffé Doney, junto al Hotel Excelsior, y también el Caffé della Dolce Vita, frente a la Embajada de los Estados Unidos.Lo más selecto de Roma está aquí: el Hotel Regina Baglioni, junto al Hard Rock Café- bar americano de la mítica cadena fundada por Isaac Tigrett-, el hotel Ambasciatori Palace, Le Ninfe Hotel Majestic, la librería Arion, el Gran Café Roma, el Hotel Imperiale, el Alex Café, el ristorante Ciao Bella, y el punto de encuentro La Baita, justo en la esquina de Piazza Barberini, invadiendo el marciapiede – la vereda- con sus mesas, con comensales que hablan cualquier idioma menos italiano.
El aroma de los cercanos pinares de Villa Borghese se percibe aún mientras uno camina por Via Veneto hasta Piazza Barberini rumbo a la Galleria Nazionale d'Arte Antica, que cuenta con una impresionante pinacoteca con obras de Filippo Lippi, Tiziano y Tintoretto. Un poco más adelante, en la Via XX Settembre, se encuentra una obra maestra de Bernini: la iglesia San Andrea al Quirinale, realizada en 1658 al estilo barroco. A cinco minutos de caminata se encuentra el Palazzo del Quirinale, sede de la Presidencia de la Republica.
Pero el secreto mejor guardado de la Via Veneto ese encuentra donde la calle casi llega a Via Barberini dentro de la iglesia Santa Maria della Concezione, fundada en 1626 por Antonio Barberini y con impresionantes obras de artistas como Guido Reni, Giovanni Lanfranco, Domenichino, Pietro Da Cortona y Caravaggio. Aquí, las lámparas, marcos y cruces y cielorrasos de la iglesia están realizados con huesos de 4000 frailes capuchinos en un extraño despliegue que sólo pretende recordar con humana humildad la brevedad de una vida que más vale disfrutar a pleno, cosa que los romanos acatan sin dudar.
Lo más lujoso de Via Veneto abre sus puertas en estos días. Se trata del flamante hotel boutique 155 Via Veneto, un sitio de moderno confort cuidado a la perfección. Ubicado en estratégica posición en el corazón de Via Veneto, el hotel está en un edificio con espléndidos interiores realizados en 1920 por el mayor impulsor del Art Deco, el francés Emile Jacques Ruhlmann. Si lo viera su diseñador, se asombraría al ver el buen gusto con que han restaurado cada detalle, combinando el estilo de los años locos con lo último en tecnología y decoración, logrando un espacio discreto y sofisticado con una paleta de tonos cálidos que invita al relax.
El hotel cuenta con piscina , salon de belleza, centro de comunicaciones, un ristorante especializado en delicias mediterráneas y una suprema carta de vinos selectos, además de un bar abierto al público general que hace que la Roma real penetre a este oasis de calma.
El diseño interior en sus seis pisos desborda la misma riqueza sensual que obsesionaban a Ruhlmann y su socio Pierre Laurent. Hasta su muerte en 1933 , Ruhlmann solía decir que “las exquisiteces son para una élite que quiere muebles únicos, hechos con materiales preciosos y ejecución compleja, para que no tengan substituto. Y es esta misma élite quien le pone el precio a cada objeto” .
La impronta del Art Decó- estilo y expresión nacidos en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales, celebrada en París en 1925- está en cada detalle del hotel. Este nuevo rumbo del diseño de entreguerras marcó el cambio del gusto por la extravagancia asiática hacia lo austero y simple, una tendencia que sigue vigente en nuestro siglo. El Art Deco pretende demostrar que menos es más, que el buen gusto se define por la sencillez de primera calidad. Y en este sentido el 155 Via Veneto cumple la premisa a rajatabla. En este hotel los pisos son de mármol pulido, las frazadas son de cashmere y los baños son de mármol travertino y acero de acabado satinado. Los ammenities del baño son de primera línea y cada mañana nos llega el giornale a la puerta sin que tengamos que pedirlo.
El cielo de Roma se aprecia en la cúpula de vidrio del hall de entrada, y el Spa cuenta con todo lo necesario para sentirse un emperador. Entre sus 120 habitaciones – 80 dobles y 40 suites, midiendo de 30 a 98 metros cuadrados- las más selectas tienen equipos de música ultrachatos Bang & Olufsen y televisores de cristal líquido de pantalla plana de 32 pulgadas.
Dormir en un espacio tan sofisticado como este tiene precios que van de 330 a 1400 euros. Pero bien lo valen. Los muebles y objetos de cada habitación cuentan con líneas curvas y la gracilidad del típico diseño aerodinámico gestado en la era en que los transatlánticos y la industria automotriz prometían un futuro mejor. Todo el hotel prueba que lo que está hecho con calidad no tiene fecha de vencimiento.
El principio de Ruhlmann era“crear algo que dure para siempre”. Y cada detalle dentro de este hotel da fe de que sus arquitectos han logrado un sitio que va camino a eternizarse como otro clásico de la Via Veneto .
Es famosa por ser la arteria de los mejores bares y hoteles de Roma.
Y es especial en su trazado serpenteante como un rio.
Es este camino ondulado la que la convierte en un escondite secreto, un reducto de descanso y - al ser una de las pocas calles arboladas de Roma- un sitio verde y fresco fiel a su origen como jardín de la residencia de la familia Ludovisi.
Siendo una de las calles más lujosas de Roma, no es ruidosa: los transeúntes la recorren casi en silencio para no turbar su calma y distinción.
Via Veneto comienza en los jardines del Pincio junto a Villa Borghese, precisamente en la antigua Porta Pinciana, contruida en el año 403 D.C, entrada dela Via Salaria a la ciudad imperial a través de los antiguos muros de Roma, de los cuales aún quedan vestigios.
En su recorrido se despliegan hoteles de lujo, cafés históricos e iglesias misteriosas. Y este escenario casi teatral acaba en la Fontana del Tritone, que salpica agua de manantial desde hace unos 350 años.
Así como Via Condotti siempre fue sinónimo del buen gusto para hacer las compras, Via Veneto fue siempre el mejor lugar para ver y ser visto, y encontrarse con lo mejor del jet set internacional. En los años 50 y 60,los reporteros de las revistas de actualidad patrullaban sus bares buscando la nota del momento. Cuando el cine italiano estaba en su apogeo, la música italiana hacía cantar al mundo con las voces de Mina, Rita Pavone, Domenico Modugno y Gianni Morandi, las estrellas de cine de Cinecittá como Sofia Loren y Gina Lollobrigida no iban a otros bares que no fueran los de la Veneto.Pier Paolo Pasolini, Alberto Moravia, Italo Calvino, VittorioGassman y De Sica tenían esta calle como punto de reunión, aprovechando la unión de buenos restaurantes y mejores hoteles. También dandies, playboys y starlets en busca de fama frecuentaban sus bares y boutiques, y estacionaban sus Lamborghini, sus Lancia y sus Ferraris en sus sinuosas veredas.
Pero fue el cineasta Federico Fellini quien más fama le dio a la Via Veneto a partir de su film“Dolce Vita”, en el cual esta calle fue protagonista absoluta vista por los ojos del periodista que interpretó Marcello Mastroianni.Este film eternizó la sensual imagen de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi, y metió en el Diccionario Garzanti de la Lengua Italiana el termino “paparazzi” (
“Paparazzo” era el apellido del fotógrafo de la película) como “fotoreportero de la alta sociedad que busca la nota sensacionalista y las fotos escandalosas”.
Rino Barillari - famoso fotógrafo calabrés afincado en Roma – cuenta que no era fácil el oficio de paparazzo. A largo de su carrera tomó dos millones de fotos de famosos que le han roto 76 cámaras, dos costillas y lo llevaron 162 veces a la guardia del hospital. Todo por insistir en tomar fotos de personajes como Marlon Brando,el astronauta Edwin Aldrin o Charles Aznavour. “Roma era una locura en los años 60, y Via Veneto era el centro de todo”, recuerda Barillari.
El escenario de la dolce vita sigue en pie, conservando su glamour de siempre metro a metro. Uno puede comenzar a vivirlo en el Harry´s Bar, apoltronado en sus fantásticos sofás color crema iluminado por arañas de caireles de cristal. Más adelante está el Gran Caffé Doney, junto al Hotel Excelsior, y también el Caffé della Dolce Vita, frente a la Embajada de los Estados Unidos.Lo más selecto de Roma está aquí: el Hotel Regina Baglioni, junto al Hard Rock Café- bar americano de la mítica cadena fundada por Isaac Tigrett-, el hotel Ambasciatori Palace, Le Ninfe Hotel Majestic, la librería Arion, el Gran Café Roma, el Hotel Imperiale, el Alex Café, el ristorante Ciao Bella, y el punto de encuentro La Baita, justo en la esquina de Piazza Barberini, invadiendo el marciapiede – la vereda- con sus mesas, con comensales que hablan cualquier idioma menos italiano.
El aroma de los cercanos pinares de Villa Borghese se percibe aún mientras uno camina por Via Veneto hasta Piazza Barberini rumbo a la Galleria Nazionale d'Arte Antica, que cuenta con una impresionante pinacoteca con obras de Filippo Lippi, Tiziano y Tintoretto. Un poco más adelante, en la Via XX Settembre, se encuentra una obra maestra de Bernini: la iglesia San Andrea al Quirinale, realizada en 1658 al estilo barroco. A cinco minutos de caminata se encuentra el Palazzo del Quirinale, sede de la Presidencia de la Republica.
Pero el secreto mejor guardado de la Via Veneto ese encuentra donde la calle casi llega a Via Barberini dentro de la iglesia Santa Maria della Concezione, fundada en 1626 por Antonio Barberini y con impresionantes obras de artistas como Guido Reni, Giovanni Lanfranco, Domenichino, Pietro Da Cortona y Caravaggio. Aquí, las lámparas, marcos y cruces y cielorrasos de la iglesia están realizados con huesos de 4000 frailes capuchinos en un extraño despliegue que sólo pretende recordar con humana humildad la brevedad de una vida que más vale disfrutar a pleno, cosa que los romanos acatan sin dudar.
Lo más lujoso de Via Veneto abre sus puertas en estos días. Se trata del flamante hotel boutique 155 Via Veneto, un sitio de moderno confort cuidado a la perfección. Ubicado en estratégica posición en el corazón de Via Veneto, el hotel está en un edificio con espléndidos interiores realizados en 1920 por el mayor impulsor del Art Deco, el francés Emile Jacques Ruhlmann. Si lo viera su diseñador, se asombraría al ver el buen gusto con que han restaurado cada detalle, combinando el estilo de los años locos con lo último en tecnología y decoración, logrando un espacio discreto y sofisticado con una paleta de tonos cálidos que invita al relax.
El hotel cuenta con piscina , salon de belleza, centro de comunicaciones, un ristorante especializado en delicias mediterráneas y una suprema carta de vinos selectos, además de un bar abierto al público general que hace que la Roma real penetre a este oasis de calma.
El diseño interior en sus seis pisos desborda la misma riqueza sensual que obsesionaban a Ruhlmann y su socio Pierre Laurent. Hasta su muerte en 1933 , Ruhlmann solía decir que “las exquisiteces son para una élite que quiere muebles únicos, hechos con materiales preciosos y ejecución compleja, para que no tengan substituto. Y es esta misma élite quien le pone el precio a cada objeto” .
La impronta del Art Decó- estilo y expresión nacidos en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales, celebrada en París en 1925- está en cada detalle del hotel. Este nuevo rumbo del diseño de entreguerras marcó el cambio del gusto por la extravagancia asiática hacia lo austero y simple, una tendencia que sigue vigente en nuestro siglo. El Art Deco pretende demostrar que menos es más, que el buen gusto se define por la sencillez de primera calidad. Y en este sentido el 155 Via Veneto cumple la premisa a rajatabla. En este hotel los pisos son de mármol pulido, las frazadas son de cashmere y los baños son de mármol travertino y acero de acabado satinado. Los ammenities del baño son de primera línea y cada mañana nos llega el giornale a la puerta sin que tengamos que pedirlo.
El cielo de Roma se aprecia en la cúpula de vidrio del hall de entrada, y el Spa cuenta con todo lo necesario para sentirse un emperador. Entre sus 120 habitaciones – 80 dobles y 40 suites, midiendo de 30 a 98 metros cuadrados- las más selectas tienen equipos de música ultrachatos Bang & Olufsen y televisores de cristal líquido de pantalla plana de 32 pulgadas.
Dormir en un espacio tan sofisticado como este tiene precios que van de 330 a 1400 euros. Pero bien lo valen. Los muebles y objetos de cada habitación cuentan con líneas curvas y la gracilidad del típico diseño aerodinámico gestado en la era en que los transatlánticos y la industria automotriz prometían un futuro mejor. Todo el hotel prueba que lo que está hecho con calidad no tiene fecha de vencimiento.
El principio de Ruhlmann era“crear algo que dure para siempre”. Y cada detalle dentro de este hotel da fe de que sus arquitectos han logrado un sitio que va camino a eternizarse como otro clásico de la Via Veneto .
1 comentario:
Hola! Excelente entrada. Hiper comleta. Yo tambien he oido que los mejores hoteles en roma estan concentrados en esa calle. Algun dia ire!
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